jueves, 30 de abril de 2009

miércoles, 29 de abril de 2009

Ojo con Helarte





Durante la dictadura, una de las primeras víctimas, sin lugar a dudas fue el arte. Toda manifestación artística era por esencia peligrosa para el régimen pues suponía comunicar de una manera no controlable, no censurable sobre todo para quienes de ese lenguaje no entendían nada. Mítica es la historia, cierta o falsa, de la censura a un libro de Cubismo, pues el gorila encargado de poner el negro timbre que decía “se prohíbe” entendió en él una estrecha relación con Cuba y peor aún un ensalzamiento de dicho país, paradójicamente también en dictadura, pero de otro color (como si la parrilla y la electricidad en los testículos entendieran de colores).

En el dos mil la cosa es distinta en apariencia, Chile es otro en apariencia, el Arte ahora está del lado “correcto” y es una chaqueta que combina con todo, sirve para un matrimonio, para ir al mall, para estar sentado en la recepción de un edifico y para canjear con una boleta más mil nueve noventa. Y las empresas, cual seres con emociones y corazón palpitante lo han hecho suyo, se visten con él…. Lo ponen en sus edificios corporativos y forman parte en muchos casos de sus activos. Las empresas invierten en Arte y los artistas de moda llenan sus bolsillos vendiendo a una empresa que fabrica envases plásticos una de sus creaciones para adornar su pinacoteca y deleitar los ojos de los accionistas…. “eso si, por favor en tonos cálidos que combinen con el cortinaje y el tapiz de los sillones, nada de desnudos y mensajes conflictivos… algo abstracto estaría bien” me imagino que deben solicitar.

Las empresas del Estado en su afán de parecer privadas y eficientes no pueden ser menos y así surgen “iniciativas” (como les llaman ahora) como esta que cada vez que paso por la Avenida España me llena de rabia y frustración. Allí pasa el tren a toda velocidad con el carro a medio llenar y dejando atrás en cada parada números rojos que se amontonan como hollín sobre los cuadros que ingenuamente se prestaron un día para dar un poco de vida a esa línea férrea tan poco amigable y que hoy se pudren junto a los perros atropellados en la ruta. El sol, el polvo y la naturaleza que crece entre los pilares nada tienen de culpa, es el olvido, la falta de respeto de quienes un día tuvieron la genial idea de “gastar” unas lucas en fierro e impresiones para mostrar que la empresa “se pone con el arte”, “se las juega por los artistas” quienes como el gorila de antaño, o quizá peor que él, muestran cero respeto por estas creaciones y están a años luz de siquiera entenderlas.