Cada vez que voy a Valparaíso regreso con un nudo en la garganta, me deprime caminar por sus calles y ver como una ciudad que en su momento fue la Joya del Pacífico, hoy no es más que una artesanía barata que se vende en la cuneta.
Ya no es sólo el deterioro de sus edificios, de sus calles, de los espacios públicos tomados por los flaites …. Valparaíso, bajo el criterio de sepa moya quién, pretende imponerse como una especie de capital cultural de Chile, un lugar donde la cultura sale a las calles, se las toma y las desborda.
Después de 10 años de Mil Tambores, unos cuantos de los Carnavales Culturales y otras iniciativas no tan masivas ni publicitadas uno podría pensar que Valparaíso se ha impregnado de esa cultura que se ha paseado por sus calles. Sus habitantes son seres concientes de la importancia de la cultura, de sus alcances, formas de manifestación, respeto por los espacios públicos, por el otro y por la ciudad….
Este fin de semana me di una vuelta por el Puerto y finalmente terminamos junto a unos amigos en un bar de calle Cumming…. ya camino a bar noté una efervescencia especial y correspondía a la fiesta de lo Mil Tambores, las calles estaban especialmente sucias, vasos plásticos, papeles y cajas de vino eran el confeti que la fiesta de la tarde había dejado. En Cumming el epicentro de la fiesta cultural, estaba desbordada de jóvenes de todas las edades, a lo lejos y entre la multitud uno que otro tambor se hacía notar animando los bailes públicos y la alegría desbordante de los participantes. Vendedores de tarros de cerveza a $500, carros con hamburguesas de soya, y la botillería de la subida haciendo el negocio del mes.
Alegría desbordada como nunca conocimos en los ochentas, las calles y la ciudad al servicio del ciudadano…. Al menos en el papel suena bien.
Luego de un par horas y de regreso a casa, puse un poco de cuidado en observar el espectáculo… tratando de tener una mirada objetiva del evento…. Cumming era un basurero gigante, cerros de cajas, papeles, envases vacíos, uno que otro indigente recogiendo tarros para el reciclaje (tal vez lo más cultos de la jornada), un pequeño río de cerveza y meado corría por la calle alimentado por quién sintiera en ese instante la necesitad de mear…. Daba lo mismo que fuera la puerta del Cinzano, o la fuente de Neptuno, a quién ni su tridente permitía defenderse de la horda que rodeaba su pileta.
Como es posible que un evento destinado a enriquecer la cultura de quienes disfrutan de él, termine con sus participantes como verdaderos salvajes?
Otras veces estos eventos culturales han terminado con guanacos y guerras de botellas, tiendas saqueadas y decenas de detenidos.
Sirven de algo estos eventos? O sólo llenan el ítem “evento cultural del mes”?
Posiblemente la fiesta de los Mil Tambores no es sólo esto, creo que existen talleres y otras actividades más focalizadas. Pero hay algo que gatilla que todo evento termine de la misma forma y quede la impresión que en el fondo da lo mismo la cultura, el fin último es el carrete sin respeto por nada… nada más lejano a lo que es realmente Cultura y del Valparaíso que hacía soñar.
domingo, 4 de octubre de 2009
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